‘Anfitrión’, de Plauto, versión de Alonso de Santos

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Hay algunos autores en la historia del teatro por los que siento un especial cariño y admiración. Sin duda Plauto es uno de ellos. Desde que comencé a estudiar y conocer su obra, he tenido siempre la agradable sensación de estar hablando con un amigo cercano, a pesar de los muchos siglos que nos separan. Su sentido lúdico del juego teatral, su humor fresco y vital, su rica imaginación y su tremendo amor a la vida emanan, aún hoy, con una sorprendente fuerza cuando nos adentramos en el universo creador de su teatro. ¡Qué enorme deuda tenemos con él los autores de teatro de todos los tiempos! ¡Cuántas valiosísimas aportaciones en temas, personajes, lenguajes, enredos y tramas escénicas que luego han sido utilizadas una y mil veces hasta nuestros días! La intención básica de Plauto en Anfitrión, como el resto de sus obras, es crear en el espectador un ambiente de fiesta y alegría. Por ello sus comedias son rápidas y desenfadas, con un humor lleno de ironía a veces, burlesco y ácido otras. Humano siempre hasta lo más profundo, su principal rasgo estilístico es una incesante creación de formas de lenguaje con las que conseguir una comunicación viva, sincera y real con el espectador. Su obra ha perdurado y perdurará a lo largo de las épocas, modas y las corrientes. Anfitrión es una de las comedias más peculiares y originales de Plauto, tanto por la singularidad de su argumento como por la presencia de dioses y héroes en la obra. Se diferencia tanto de las restantes comedias plautinas que ha sido considerada una tragicomedia.

Prensa

Diseño gráfico: David Sueiro  |  Desarrollo: Axel Kacelnik