Durante el tiempo que dure la representación estaremos obligados a compartir junto a Castel un oscuro túnel dónde su pedido de comprensión y, por qué no, de perdón nunca va a abandonarnos. Sábato nos dice “los seres humanos no pueden representar nunca las angustias metafísicas al estado de puras ideas, sino que lo hacen encarnándolas”. Es entonces a través de esta versión teatral de Diego Curatella que tenemos la posibilidad de ver reflejado su pasado desde un presente escénico concreto en dónde los actores son impulsados a llevar adelante la tragedia. Castel, como ejecutor del acto del crimen, intenta con vehemencia dejar un profundo testimonio de este trance. Pero también es la intención de explicar sus causas lo que lo condena inexorablemente a convertirse en un hombre oscuro. Y quizás en este último acto representado de su compleja crisis se halle sintetizado lo inexorable del alma humana, lo que el artista y el hombre pretenden conocer como la verdad.
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