‘Medea’, versión de Vicente Molina Foix

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Medea llega a nosotros como un mito. El mito del desequilibrio. En Medea se rompe el equilibrio que los valores occidentales plantean entre el mundo femenino y el masculino. Medea existe en un mundo primitivo donde las grandes respuestas cuyas preguntas aun ni siquieran han sido formuladas; donde el humano vive entre sus instintos y sus pasiones: nacer, engendrar y morir. Un mundo que cree y se sustenta en rituales, la mayoría sangrientos -que suplen la ausencia del pensamiento, amparan al miedo que produce el desconocimiento y la ignorancia sobre tantos y tantos porqués. ¿Por qué la noche?, ¿Y el firmamento? o la muerte... El mundo de Medea es un mundo oscuro, esotérico, mágico donde la sangre es el elemento generador de vida. De ahí los rituales cruentos de jóvenes cuyo sacrifico, cuya sangre sirva de alimento a la tierra que creará los frutos que alimentaran a otros jóvenes: Un ciclo vital y en ese ciclo Medea es la hechicera, el sacerdote oficiador en este mundo oscuro de la Colquida. Otro mundo aparece, el mundo viril de Jasón. El contacto se produce y Medea –dejando salir esa dimension de mujer, encubierta y reprimida por occidente y apropiandose de los derechos sexuales y la accion agresiva y violenta que siempre ha ocupado el hombre– renuncia a su raíces, a su familia y hasta a ella misma. Sucumbe ante el Hombre. Y todo su instinto le empuja a no mirar atrás, a cortar, incluso con impiedad los vínculos sacros de tierra y familia. Expatriada a un lugar extraño, a un mundo más avanzado, menos puro, más racional, Medea es traicionada. A partir de ese momento Medea trasgrede la norma de ese orden masculino. Actúa realizándose como ser. Corta la estirpe del hombre y amputa su esencia como madre, como cortó la de hija y hermana, y así equilibrar su propio entidad de ser. La sangre del hijo regará la tierra y creará nuevos seres no contaminados por la mentira y la traición. Dos mundos encontrados incapaces de entenderse. Y se produce el desorden , el quebrantamiento de un status por quien no tolera ni siquiera comprende la traición y mucho menos las mezquinas razones a ella conducen. José Carlos Plaza

Imágenes

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Prensa

El sólido desequilibrio de Medea se alía con la fuerza dramática de Ana Belén

Alberto Santacruz, La Vanguardia, 2/7/2015

La actriz sabía quién era Medea y lo que hizo ésta con sus hijos, pero Medea -lógicamente- no sabía de lo que era capaz Ana Belén para decir con voz y gestos que la búsqueda del equilibrio como ser nos conduce muchas veces por el desequilibrio de las pasiones.

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“Medea”: Una tragedia que hechiza al espectador

Alejandro Reche Selas, XYZ El periódico crítico sevillano, 17/10/2015

Todos y cada uno de los actores están de matrícula de honor. Ana Belén da otra clase magistral y se ve que se mueve como pez en el agua en todo tipo de obras en general y en las tragedias griegas en particular.

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