La obra es un viaje hacia un recuerdo. El de un hombre atormentado por lo que hizo sacrificando su vida al entregar el fuego a los hombres y que durante siglos se pregunta: ¿valió la pena?
El Anciano parte de un hoy, incluso de un hoy futurible, desde el momento donde todo ya ha pasado: guerras, esclavitudes, crisis, injusticias, fracasos de las ideologías, de las religiones, etc.
Busca desesperadamente lo que hay de positivo en el desarrollo de la humanidad. Con tanto horror y podredumbre coexisten Galileo, Bach, Shakespeare, Fleming, Curie, Picasso… y tanto a otra parte de la misma humanidad cuya estela se va deshaciendo (“ardiendo” según nuestro poeta).
Aparentemente el conflicto de la obra es si Prometeo joven confesará su secreto: el final de Zeus. Pero el verdadero eje de la obra es la indagación en el recuerdo por este Anciano, tratando de reavivar las razones que impulsaron su acto. Razones que se han ido diluyendo con los años, desdibujando, dejando de tener fuerza. Trata de buscar, recuperar, la pasión de aquel joven héroe que fue. Reavivar sus sueños, el espíritu que le sostenía e impulsaba y resolver la pregunta… ¿valió la pena? Pregunta aún sin respuesta que le está llevando al escepticismo, a la apatía, a un cinismo destructivo en el que no quiere caer.
Tener la capacidad de ver desde el hoy toda nuestra historia le da una enorme lucidez, sentido del humor y como decía Steiner al morir Dios para la sociedad contemporánea conllevó la muerte de la tragedia, como tal. Por eso él la revive. Pero, por otra parte, el mito de Prometeo está basado en una leyenda épica, pero el carácter lírico del texto de Luis García Montero lleva a trabajar la parte del castigo (Coro y demás personajes) con ese carácter de tragedia griega, donde la Compasión y la Libertad, por ejemplo, son conceptos eternos –compañeras de viaje de El Anciano– y no personajes psicologistas. Trabajando desde la verdad orgánica de las emociones, sensaciones y creencias, intentar llegar a ese “estilo” –por llamarlo de alguna manera– donde el texto tenga una presencia extrema.
Prometeo es un joven que soñó una historia.
José Carlos Plaza
Imágenes
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